A dreamer dreams she never dies, 2021
Texto para exposición ‘Champagne Supernova’ de Gala Knörr en la Galería T20
Nosotras aún queremos creer. Aún sabiendo que la verdad está ahí fuera, todavía queremos creer. No desde la ingenuidad, sino desde la esperanza, desde la ilusión, desde la confianza, desde la fe. Seguramente, Gala y yo estábamos en el mismo sitio when we were getting high [cuando nos estábamos emborrachando]. La nuestra era aquella generación para la que todo parecía ser posible. Nietas de la transición educadas bajo el lema hard work pays off [el trabajo duro se te recompensará]. Esto fue así hasta que nos sorprendió, de golpe y sin avisar, la crisis financiera del 2008, la crisis del ladrillo. En aquel momento, nosotras éramos todavía unas adolescentes para las que todo cambió radicalmente. Era como si la realidad nos pegara un bofetón. O mejor dicho, era como si se acabara repentinamente aquella mentira en la que habíamos vivido sin saberlo los últimos años. Esa falsa idea de seguridad de nuestro siglo, tan difundida por los medios, se desvanecía.
Britney, Lindsay, Paris y Richie fueron algunas de las populares celebrities que acompañaron a nuestra generación. Ellas representaban el triunfo. Lo que todavía no sabíamos era que, cada una a su manera, encarnaban con crudeza esa idea de sueño y prosperidad tan terriblemente americana. Nuestros mitos también vivieron tiempos difíciles. Fueron difíciles sobretodo para las mujeres (y lo siguen siendo). No sé si ellas creían querer o querían creer. Lo que sí sabemos es lo que vino después: paparazzis, persecuciones y escarnio público. Todavía hoy Britney lucha por ser dueña de ella misma mientras que Lindsay ocupa los top ten en rankings de fracasos. Paris y Richie, cambiaron The Simple Life y –– seguramente –– las drogas por una vida dedicada a las obras benéficas alejadas del foco mediático. Sea como sea que acabaran aquellas historias, aunque fueran protagonistas de infames espectáculos, aunque Britney rompiera cristales a golpe de paraguas, aunque los hermanos Gallagher estuvieran entre el beso y el juzgado o Robbie Williams apareciera sin diente después de una pelea en Glastonbury 1995; ellos siguen formando parte de nosotras, de nuestra historia. They were caught beneath the landslide [Estaban atrapados bajo el deslizamiento de la tierra]. Aún así, les seguimos teniendo apego y afecto. Tal vez es por aquello que decía Fran Lebowitz de que estamos enormemente agradecidos a la música de nuestra juventud ––fueran Oasis, Take That o Britney Spears, eso no importa–– por esa capacidad implícita que tienen las canciones de llevarnos a nuestras emociones y recuerdos. Especialmente cuando son las emociones y los recuerdos magnificados de nuestra juventud. Posiblemente es por esa virtud de hacernos un poco más felices que los músicos siempre gozan de ese amor incondicional. Por ser los protagonistas de los pocos placeres que no tienen doble cara, que no nos hacen daño.
Tanto Gala como yo ––y tantos otros de nuestra generación–– proyectamos nuestros sueños en una habitación de adolescencia, abarrotada de pósters, ídolos y discos. Con bastante mal gusto, por cierto. Allí seguramente estaban Britney, Robbie u Oasis ––somos un poco jóvenes para los New Kids on the Block. Quizás es por ese recuerdo que todavía queremos creer: a dreamer dreams she never dies [una soñadora sueña que nunca muere]. Entonces no pensábamos que nuestros tiempos fueran un asco. Y aunque ahora sí que lo pensemos, nos seguimos emocionando al escuchar Oasis. How many special people change? How many lives are livin’ strange? [¿Cuánta gente especial cambia? ¿Cuántas vidas están viviéndose de manera extraña?]. Continuamos ––de alguna manera–– expectantes, estamos deseosas de que algo pueda pasarnos. Quizás todavía nos aferramos a la vida con uñas y dientes, negándonos a tener que escoger entre la ingratitud y la violencia del sueño capitalista americano y la desilusión. Porque sabemos que, hagamos lo que hagamos, lo que no podemos permitirnos, de ninguna de las maneras, es mirar al vacío y perder la esperanza. Todavía queremos creer.
But you and I, we live and die, the world’s still spinning’ ‘around, we don’t know why [Pero tú y yo, vivimos y morimos. El mundo está todavía girando, no sabemos por qué]
Imágenes José Filemón